miércoles, noviembre 30, 2005

Reseña: Alta tensión (2003)

En los últimos años hemos tenido varios casos de lo que significa el revival del estilo de cine de terror que marcó la década de los 70. Directores como Rob Zombie o Eli Roth han dedicado sus respectivos estrenos a explorar ese género que marcó una década y que se caracterizaba por una violencia extrema, a menudo de ambiente rural. Ni hablar de los ya comunes remakes que han ocupado las carteleras. Por todo esto, ¿quién iba a pensar que sería un francés el que nos trajera lo que es sin duda uno de los mejores homenajes a este estilo cinematográfico? Porque es eso precisamente lo que el galo Alexandre Aja nos ha dado con Alta tensión (2003), su particular gorefest que nos llegó con retraso pero que está destinado a alcanzar status de culto, una película con poco diálogo que resulta todo un canto a la brutalidad hecho prácticamente a la medida de todo aquel que se considere un seguidor del cine de género.

La historia habla de Marie y Alexa, dos estudiantes universitarias que deciden pasar un fin de semana de retiro en la casa rural de los padres de ésta, donde esperan encontrar la paz necesaria para su maratónica jornada de estudios. Precisamente eso es lo que no van a tener, porque en mitad de la noche aparece un misterioso asesino al volante de una furgoneta que, tras desatar una auténtica carnicería con la familia de Alexa, rapta a la chica y se la lleva con paradero desconocido. Marie, que ha logrado pasar desapercibida a los ojos del criminal, debe ahora seguirlo e intentar rescatar a su amiga sin convertirse ella en la próxima víctima. A partir de aquí comienza un juego de persecuciones que sólo puede terminar en una orgía de sangre, cosa que esta película tiene en abundancia.

Decir que Alta tensión es violenta sería no hacerle justicia, incluso para los estándares de hoy en día. Porque después de todo, ¿qué otra película actual nos ofrece un opening como este, en el que tenemos desde un hombre masturbándose con una cabeza decapitada hasta multiples desmembramientos, cada uno más gráfico y grotesco que el otro? ¿Qué otra película es capaz de retomar los mejores elementos de las primeras joyas de Tobe Hooper y Wes Craven y volcarlos sobre nuestras cabezas? ¿Qué otra cinta actual es capaz de poner todas sus apuestas a la insoportable tensión (nunca mejor dicho) que mantiene la persecución de Marie hacia el asesino que, de manera inexplicable, ha entrado forzosamente en su vida? Mención especial para la secuencia en la que la chica debe pasar inadvertida por el matón en una gasolinera a la vez que intenta pedir ayuda. Sin desperdicio.

Ahora, el punto polémico de esta película es, sin duda alguna, el final. Porque Alta tensión requiere, como pocas cintas, una suspensión de la incredulidad a toda prueba. La "sorpresa" que nos ofrece el clímax de la historia puede dejar a más de uno con una expresión de seño fruncido capaz de impresionar al más pintado. Si analizamos la película desde el punto de vista de un espectador, el final no tiene sentido. Si la analizamos desde el punto de vista de los personajes, entonces tiene algo de sentido, aunque deja algunas variables en el aire. En lo particular, reconozco que necesité ver la película dos veces para poder aceptarlo por completo. Quizás sea este el único punto débil de la película. Pero por todo el resto, la cinta de Alexandre Aja merece la pena para cualquier fan de los excesos sanguinolentos, y estos no quedarán decepcionados. En cuanto al director francés, en sus manos ha quedado el rodaje del remake de Las colinas tienen ojos (1977), película que le viene como anillo al dedo después de esta. Lo estaremos esperando.

lunes, noviembre 28, 2005

Reseña: El exorcismo de Emily Rose (2005)

El problema quizá se encuentre en la fase de promoción, ya que a juzgar por los avances y el material publicitario en general, El exorcismo de Emily Rose (2005) se vendía como una película de terror con todas las de la ley, si bien resulta algo muy diferente. A estas alturas ya muchos sabrán que se trata en realidad de un atípico thriller de juicios al estilo de John Grisham, sólo que esta vez acerca de un tema de carácter sobrenatural inspirado en una historia real que ocurrió en Alemania durante los años 70, en la que un sacerdote católico fue enjuiciado por supuestamente causar la muerte de una muchacha durante un exorcismo destinado a expulsar a los demonios que destruían su cuerpo. Para mí, en lo particular, esta película ha resultado toda una sorpresa especialmente por el hombre detrás de las cámaras: Scott Derrickson, fallido guionista que ya llevaba dos strikes en su haber: Urban Legends: Final Cut (2000) y Hellraiser V: Inferno (2000), la cual también dirigió.

La verdad es que la nueva cinta de Derrickson resulta tremendamente interesante, más allá de sus ambivalencias de género. Desde el principio, su director toma la sabia decisión de no intentar siquiera superar a esa obra maestra que es El exorcista (1973) de William Friedkin, la película con la que inevitablemente surgen comparaciones. En realidad, se trata de dos cosas muy distintas. A diferencia de la película de Friedkin, la historia de Emily Rose no busca explorar el tema de la eterna lucha entre el Bien y el Mal, sino más bien la no menos eterna disputa entre la Ciencia y la Fe, representada en la figura del juicio y el "pulso" entre los dos abogados, uno creyente y otro agnóstico, cada uno de ellos obligado a defender la postura contraria a su forma de vida. Y es que es la duda el elemento que da cohesión a la película, la imposibilidad por parte del hombre de desechar por completo aquellos aspectos de la vida que no puede explicar. Nosotros, como espectadores, también quedamos desconcertados porque el enigma no se cierra por completo (al menos creo que es así): ¿estaba Emily Rose realmente poseida o sufría un cuadro de epilepsia psicótica? No lo sabemos. No podemos saberlo.

Las escenas del exorcismo y todo lo que tiene que ver con la posesión de Emily son, sin duda, aquellas que harán las delicias de los aficionados del género. Mención especial aquí para la tremenda actuación de Jennifer Carpenter, que interpreta a Emily con una ferocidad que se desborda en la pantalla. Sus escenas (narradas a través del recurso del flashback) son sin duda lo mejor de la cinta, y creo que hasta el más escéptico puede no sentirse igual que antes al ver un reloj que marca las 3 de la madrugada. Pronto volveremos a ver a la señorita Carpenter en Roman (2006), la película dirigida por Angela Bettis.

Algunos sectores en Estados Unidos han criticado la película afirmando que es una pieza de propaganda cristiana. Yo, personalmente, no creo que sea así. Es cierto que ofrece una visión positiva de la religión (especialmente del sacerdote protagonista) pero aún así me parece una opinión arriesgada. En todo caso, es la duda lo que defiende El exorcismo de Emily Rose, así que harán bien en no buscar presencias demoníacas explícitas en esta película. Creo, sin embargo, que estamos aquí ante una de las experiencias más interesantes del año. Al menos, así lo considero.

sábado, noviembre 26, 2005

Reseña: Drácula 2000 (2000)

Actualización del mito del Conde de Transilvania, Drácula 2000 (2000), es una de las películas que ostenta el dudoso “sello de calidad” Wes Craven presents, y no es para menos considerando que está dirigida por Patrick Lussier, quien fuera un habitual editor a las órdenes del creador de Freddy Krueger. El resultado es una película paradójica (a falta de un mejor término), ya que guarda un debido respeto al material original y al mismo tiempo termina descalabrándolo por completo en busca de algo nuevo. Sin embargo, al final, se trata de una película banal y predecible aderezada con algún que otro detalle interesante.

Uno de esos puntos de interés es su premisa: tras incontables intentos de acabar con Drácula, el doctor Van Helsing decide encerrar al rey de los vampiros en un ataúd y mantenerlo prisionero, mientras trata de descubrir la manera de acabar con él definitivamente. Para asegurarse de que estará allí cuando su archienemigo sea despachado, el buen doctor ha tenido que mantenerse con vida inyectándose pequeñas dosis de la sangre del vampiro, obteniendo así un envejecimiento extremadamente lento. Una noche, unos ladrones asaltan su tienda de antigüedades y roban el ataúd, en la creencia de que un artefacto con un despliegue similar de seguridad tiene por fuerza que valer mucho dinero. No hace falta mencionar que el conde escapa y comienza a dejar un rastro de sangre (y criaturas de la noche) a su paso. Ahora el doctor Van Helsing debe reclutar la ayuda de su joven aprendiz y dar caza al monstruo mientras éste se dirige a Nueva Orleáns, donde vive la hija de su Némesis, con la que está estrechamente relacionado.

Drácula 2000 vino después de Blade (1998), por lo tanto es fácil justificar que al tema de los vampiros se haya unido el de la acción, comenzando por los ingeniosos artilugios diseño del famoso caza–vampiros, juguetes que serán aprovechados por Simon, su joven empleado de anticuario que sin quererlo termina convertido en su aprendiz (y evidentemente en su yerno). Todo esto se va compaginando con la búsqueda documental de los orígenes de Drácula, llegando a una conclusión realmente arriesgada que por supuesto no voy a mencionar aquí por no estropearles precisamente el detalle más interesante de la película.

Otro detalle significativo es que la cinta busca recrear la historia de Bram Stoker de una forma bastante cercana, sólo que adaptándola a los tiempos actuales. No es casualidad que Drácula llegue a la ciudad en un avión en el que han muerto todos sus tripulantes (evidente actualización del barco “Demeter” que aparecía en la novela), ni que a lo largo de su odisea se procure la ayuda de tres despampanantes damiselas, una de las cuales se llama precisamente Lucy. Alguna que otra imagen también vale la pena, destacando la escena en que Drácula seduce y mata a la ya mentada muchacha, o el momento en el que el doctor Van Helsing se enfrenta a las tres novias del vampiro en una escena con fuertes toques oníricos.

No hay casi nada más, sin embargo, ya que la película se pierde en su propia trama de acción, incluyendo unos risibles momentos de artes marciales. Aún así, a pesar de que el resultado final sea bastante deficiente, merece por lo menos un alquiler para echar un vistazo a los interesantes detalles que de vez en cuando puede escupir esta fallida película.

jueves, noviembre 24, 2005

Psicópatas a granel

Hay que dar gracias a Comingsoon.net por la información acerca de La matanza de Texas: el comienzo (2006), precuela del ya conocido remake de hace un par de años. En la página pueden ver ya la primera foto, que confirma la presencia del señor R. Lee Ermey en el reparto. Esperemos solamente que este primer episodio resulte mejor que la ya nombrada película, la cual (para variar) no destrozaré por acá.
Y hablando de destrozar, cada vez son más los rumores acerca de la tercera parte de I Know What You Did Last Summer (1997), que lleva el curioso título de I'll Always Know What You Did Last Summer. Nada se sabe acerca de si Jennifer Love Hewitt protagonizará esta tercera entrega, o en todo caso, si se decidirá por fin a mostrar sus encantos físicos en pantalla. Esperemos que sí. También son varios los rumores acerca de la cuarta parte de Scream (1996), aunque ya es casi seguro que Neve Campbell no va a participar, por lo que no me sorprendería que se tratase de uno de esos títulos destinados a ir directamente a las estanterías de un video club.
Por último, siguiendo con esta moda de asesinos, Dark Horizons nos muestra las primeras fotos de la película Young Hannibal (2006), que narra la etapa de formación del famoso doctor Lecter. Este producto, a juzgar por sus imágenes, parece estar mucho más orientado hacia el típico slasher adolescente (además de ser la primera película sobre el doctor que no está basada en la obra de Thomas Harris), aunque siempre puede resultar interesante como placer culpable.
De esos precisamente está llena mi vida.

lunes, noviembre 21, 2005

Tamara me votaría...

Imagino que no tendremos el placer de verla estrenada por acá, pero Tamara (2005) parece ser una de las apuestas más curiosas del "cine-serie-B-con-pretensiones-de-A-pero-que-en-realidad-es-C". La película, muy al estilo de esa obra maestra del porno/terror llamada Species (1997), está dirigida por un desconocido Jeremy Haft con guión de Jeffrey Reddick, el mismo que se hiciera rico escribiendo las dos partes de la saga de Final Destination (2000), con una tercera parte a punto de estrenarse. Esta nueva película (pulsar aquí para la web oficial) me ha llamado la atención después de pasar mis ojos por esta entretenida sinopsis, la cual transcribo literalmente sin traducirla por miedo a que pierda su fuerza paródica:
"Tamara, an awkward and unpopular teen whose life is taken after she is the victim of a vicious prank. When Tamara comes back from the dead, she is reborn as a seductive, mind-controlling vixen hellbent on revenge".
Y la verdad, es que habría que subrayar la palabra "vixen", porque definitivamente aquello en lo que se convierte Tamara no tiene nada que ver con los muertos vivientes de George Romero (para muestra un botón).
Y por cierto, ya se habrán dado cuenta de mi participación en los Atina Chile Blog Awards. Su voto será bastante agradecido, sobre todo teniendo en cuenta el coñazo que representa tener que inscribirse únicamente para estampar nuestra preferencia por un amigo. Si gano, prometo recordarlos en mi momento triunfal. Hasta entonces, muchos saludos.

viernes, noviembre 18, 2005

Reseña: Ginger Snaps 2: Unleashed (2004)

La primera película de Ginger Snaps (2000), a pesar de no obtener una gran distribución en los cines, se convirtió rápidamente en una cinta de culto, y le dio al género exactamente lo que necesitaba: un respiro de alivio. Cuatro años después, una secuela y una precuela fueron estrenadas con apenas meses de distancia, aunque por desgracia ambas estuvieron destinadas al mercado de las películas “directo a vídeo”. Esto una lástima especialmente en el caso de la secuela, Ginger Snaps 2: Unleashed (2004), uno de esos raros casos en los que una película buena puede tener una segunda parte digna de mención.

Unleashed comienza poco después del final de la primera película: tras verse forzada a matar a su hermana, Brigitte Fitzgerald (Emily Perkins, repitiendo su papel de la película anterior y llevando esta vez TODO el peso de la película sobre sus hombros) huye del tranquilo suburbio de Bailey Downs y se dirige a la gran ciudad. Sobre su espalda pesan dos grandes problemas: en primer lugar, la supuesta “cura” hallada en la primera película ha probado ser insuficiente para eliminar en forma definitiva la maldición que ahora corre por sus venas, por lo que se ha visto obligada a inyectarse con cierta periodicidad para evitar convertirse en licántropo. Por si eso fuera poco, el chico contagiado por su hermana (y que ella creyó haber curado) ahora es un hombre–lobo con todas las de la ley, y no para de darle caza. La situación se complica cuando Brigitte cae enferma y se desmaya en plena calle, siendo llevada a una clínica de rehabilitación de chicos drogadictos (por culpa de la sustancia encontrada en su posesión y que los médicos confunden con un psicotrópico). Brigitte sabe que tiene que escapar antes de que su transformación se lleve a cabo, y para ello cuenta con la ayuda de la única persona que cree en su historia, una niña llamada “Ghost”, que también guarda un secreto propio.

La película está dividida en dos partes muy marcadas: en la primera, Brigitte maquina la forma de escapar de la clínica de rehabilitación, donde sospecha que poco a poco está perdiendo la cordura (su lenta transformación viene acompañada de constantes alucinaciones, algunas de ellas con su difunta hermana). Toda esta primera mitad puede ser resumida (como bien han dicho muchos) en “Girl Interrumpted con un toque de hombres–lobo”. En esta parte el elemento sobrenatural es mínimo (aunque ciertamente está presente), centrándose más en los afectos, odios y tensiones de un ambiente poblado de “chicas con problemas”: una auténtica jauría humana de la que Brigitte debe escapar a como de lugar. La segunda parte, una vez que ella y Ghost consiguen huir, transcurre en la cabaña de la extraña chica, un sitio apartado de la civilización donde Brigitte deberá enfrentarse a la bestia que le ha perseguido desde que abandonara los tranquilos suburbios que eran su hogar. Es aquí donde la película cobra toda su fuerza, llevándonos de regreso a la bestialidad con la que se nos presentaba la historia original. El gore y la violencia no se hacen esperar, y todo remata con un clímax final que no puede dejar a nadie indiferente. No voy a adelantarlo, pero diré que en mi opinión, este desenlace resulta perfecto, pues resume toda esa tierna malevolencia que hacía especial la primera película de esta saga.

Ginger Snaps 2: Unleashed no resulta tan grandiosa como la original, pero es sin duda una digna secuela que se atreve a explorar nuevos caminos a la historia de la que se ha generado. Es una lástima, sin embargo, que la tercera parte haya decidido no continuar por estos derroteros, porque realmente me quedé esperando más de este filón. En todo caso, desde ya les digo que me asombra la gran diferencia actoral que veo en Emily Perkins entre estas dos películas. Espero que podamos verla en otras piezas de género muy pronto.

miércoles, noviembre 16, 2005

Reseña: Toolbox Murders (2004)

Si el sueño de la razón produce monstruos, la muerte de los sueños también. Es ése el mensaje que parece esconderse debajo de la gruesa piel de género de Toolbox Murders (2004), remake con el que Tobe Hooper marca su esperado (al menos por mí) regreso a la pantalla. Pero aparte del título, y del hecho de que el asesino utiliza una variedad de herramientas para cometer sus crímenes, no hay prácticamente ninguna semejanza entre esta versión y la original de 1978. Se trata de una historia completamente independiente, que a través de un ambiente (en mi opinión) fabuloso, casi logra vencer por completo sus limitaciones de guión, que luchan por situarla dentro del más puro estilo slasher.

La clave para entender Toolbox Murders se ofrece apenas comienza, cuando surge ante nosotros una “advertencia” acerca de la ciudad de Hollywood y la gente que sencillamente desaparece en ella, presa de la ilusión del estrellato y condenada a un rotundo fracaso. Y es precisamente un grupo de fracasados lo que vive en el edificio Lusman Arms, antigua gloria de la ciudad. Lo que antes fue un lujoso lugar frecuentado por estrellas ahora es una ruina que prácticamente vive en obras, causando numerosos problemas a los ya de por sí patéticos vecinos, desde el risible aspirante a actor que no puede ni siquiera aprenderse un guión hasta la ex–gorda obsesionada con su nuevo físico, pasando por la pareja de frikis que vive martirizándose en un ciclo sadomasoquista de maltratos y reconciliaciones. Entre todos estos casos clínicos destaca el joven matrimonio de Steve y Nell Barrows, dos jóvenes que buscan desesperadamente establecerse en la ciudad, aunque en su caso no se trata de aspiraciones artísticas, sino del nada desdeñable propósito de llevar una vida normal. “Normal” es precisamente lo que no van a tener, ya que después de un par de misteriosas desapariciones, Nell comienza a sospechar que no todo en el edificio es lo que parece, comenzando con los extraños símbolos de brujería y cábala que hay por todas partes. Poco a poco irá desentrañando la historia del inmueble y de su más siniestro habitante, quien últimamente ha hecho rodar más de una cabeza.

La dirección de Tobe Hooper es algo que le ha hecho muy bien a esta película. Desde La matanza de Texas (1974), este director no había vuelto a ofrecernos una historia donde el peligro estuviese presente de una forma tan palpable a través de los decorados. El edificio es, en sí mismo, un personaje más, un sitio sucio que alberga numerosos secretos, con evidentes guiños a otras películas de comunidades endemoniadas como El inquilino (1976) o El bebé de Rosemary (1968), ambas de Roman Polanski. La brutalidad de los crímenes del misterioso asesino es asimismo digna de los mejores tiempos del director, quien no escatima en mostrarnos cuando detalle escabroso se encuentre, especialmente en ese clímax que casi se convierte en una pesadilla. También ayuda muchísimo una actriz como Angela Bettis, cuya presencia resulta bastante contundente para alguien de apariencia tan frágil.

El único fallo de la película es, quizá, no explotar al máximo todo el potencial de las lecturas que ofrece. El edificio en el que viven Nell y Steve es un símbolo de todo Hollywood, un lugar que en alguna ocasión amparó las ilusiones de aquellos que venían a él y que ahora los devora literalmente. Les propongo una cosa: traten de ver las marcas esotéricas del edificio no como lo que son, sino como lo que fueron. Ahí, precisamente en ese “pretérito” de las cosas, se esconde la clave de la película. Eso sin nombrar al asesino, un ser que (en más de una forma) nace de la muerte. Y con esto temo haber dicho demasiado. Tan sólo desearía que los creadores de esta película hubiesen tenido un poco más de valor a la hora de lanzar estas ideas. Es una lástima, porque Hooper no había creado un ambiente así en muchos años.

En fin, una película slasher en toda la regla, pero que esconde el potencial de algo más interesante. Las diferencias entre la versión original y el remake de Toolbox Murders se deben quizá al cambio de concepción que ha habido en cuanto a lo que era y es Hollywood: de “máquina de sueños” a “vertedero del Diablo”. Puede que yo me esté inventando todo esto, pero como regreso de Hooper no está tan mal, aunque es evidente que todavía le falta mucho al creador de Leatherface para volver a estar en forma.

lunes, noviembre 14, 2005

Reseña: La mosca (1986)

Junto con La cosa (1982) de John Carpenter, La mosca (1986) de David Cronenberg es un sólido argumento a favor de los remakes, un ejemplo concreto de cómo la versión de un clásico es capaz en ocasiones de superar al original. Si bien la versión de 1958, con Vincent Price en el papel principal, continúa siendo un referente, hay que reconocer que la mayor parte de su estimación actual reside en su inmenso valor camp, en el que resalta la imagen del hombre de traje con la gigantesca cabeza de insecto. En cambio, el filme de Cronenberg consigue la nada fácil tarea de poner de acuerdo tanto a los fans acérrimos del gore y los excesos hemoglobíticos como a la crítica más exigente. El director canadiense consigue en este relato, mezcla de ciencia–ficción, horror y creature–feature, la que es sin duda una de sus obras maestras.

Jeff Goldblum (perfecto en su papel, valga decir) da cuerpo a Seth Brundle, un excéntrico y solitario científico que crea uno de los inventos más revolucionarios de la historia: la cabina de teletransportación. En un intento por ponerla a prueba a la vez que ignora todo atisbo de prudencia, decide usarse a sí mismo como cobaya en la primera teletransportación aplicada a un humano, con la mala suerte de que una mosca se introduce junto con él en el artefacto. A partir de allí comenzará para Brundle una gradual pero definitiva transformación, una inquietante metamorfosis que le consumirá poco a poco, poniéndole en peligro a él y a los que le rodean.

Es en esta transformación donde reside el principal interés de la película. A través de la actuación de Goldblum vemos todas las facetas del cambio de Seth, desde su fascinación por los poderes que experimenta (salud, vigor, fuerza, rapidez y la posibilidad de caminar por las paredes) hasta el posterior espanto al ver que su cuerpo humano literalmente se cae a pedazos para revelar el amasijo de carnes que oculta su nueva apariencia de hombre–insecto, tras lo cual luchará por asirse desesperadamente a los últimos vestigios de su humanidad. Por supuesto, estamos en una película de Cronenberg, así que los detalles escabrosos no faltan: carne sanguinolenta que se desprende como piel vieja, uñas que se arrancan fácilmente y, por supuesto, la peculiar manera en la que el Brundle-mosca se alimenta vomitando sus jugos gástricos sobre la comida antes de metérsela a la boca.

Pero no todo en esta película se mide por el factor de asco que causa en el espectador. La transformación de Brundle es la eterna metáfora de Cronenberg: el hombre preso de su condición, prisionero de su propio cuerpo y su propia mente, que le lleva hasta el límite de optar entre el sacrificio personal y el sacrificio ritual de aquellos a los que ama. La metamorfosis del personaje en mosca es también vista como una condición dañina y nociva, pero a la vez proveniente del placer: el perfecto paralelismo a una enfermedad venérea. Brundle es un personaje ante todo sexual, y gran parte de nuestra visión (como espectadores) de su dilema la notamos en la relación que mantiene con su novia Veronica (Geena Davies), única persona que conoce su condición. También en ella vemos una transformación progresiva, desde la admiración que siente por el Brundle super–humano, pasando por la compasión hacia el hombre desesperado que le pide ayuda, y finalmente llegando al terror que siente hacia una criatura a la que ya no reconoce y que ahora, sobre todo, tiene repercusiones directas para con ella.

Una película asquerosa y perversa, pero también poética y emotiva, para mi lo tiene todo. El impacto que causó en el momento de su estreno no se ha visto, por fortuna, disminuido con el tiempo. Sin duda alguna una obra maestra que merece ser vista y atesorada.

sábado, noviembre 12, 2005

Míticos: Stuart Gordon (1947 - )

Nacido en Chicago (EEUU), el 11 de agosto de 1947, la carrera de Stuart Gordon como director se vio cuesta arriba desde el principio, cuando fue encarcelado por cargos de obscenidad pública debido a una "poco covencional" versión de Peter Pan para teatro universitario en la que Campanilla era gay y el héroe de Barrie un niño hippie que viajaba a Nuncajamás gracias a una dosis de LSD. Por fortuna, sus problemas con la ley no le cerraron la puerta del cine de género, y a principios de los 80 ya se había abierto un hueco en la compañía Empire Pictures, presidida por el mítico productor de serie-B Charles Band. Fue allí precisamente donde Gordon rodó su primer largomentraje y hasta, la fecha, su obra más conocida: Re-Animator (1985), toda una fantasía gore basada en el relato Hebert West: Re-Animator, de H.P. Lovecraft. La película, entre otras cosas, supuso el descubrimiento del genial Jeffrey Combs (el Cary Grant de la serie-B) y el inicio de una serie de películas en las que Gordon aprovecharía el inmenso filón que Lovecraft dejara en su literatura.
Precisamente su segunda película, From Beyond (1986), volvió a reunir a Combs y a Lovecraft bajo su dominio. Gordon seguía fiel a su estilo de rodearse de actores serie-B como Barbara Crampton (que había trabajado también en su anterior película) y Ken Foree para rodar películas hechas con poco presupuesto pero con mucho desprecio hacia cualquier tipo de concesión. También en esta película contó con la colaboración de su amigo Brian Yuzna, que también le echaría una mano en Dolls (1987), su siguiente película, que trataba de una pareja asediada por una horda de muñecas asesinas.
Por desgracia, en esta ocasión el éxito comercial no le acompañó, y Gordon tuvo que pasar tres años sin dirigir, aunque se ganó la confianza de la industria gracias al argumento de Honey, I Shrunk the Kids (1989), uno de los mayores éxitos de Disney en el campo de las películas no-animadas. Este prestigio le permitió estrenar en 1990 la cinta de ciencia-ficción Robojox (1990), así como dos tv-movies de horror que le mantuvieron en forma: la primera fue El pozo y el péndulo (1990), nueva versión del cuento homónimo de Edgar Allam Poe con el mítico Lance Henrikssen como Torquemada. La otra fue Hija de las tinieblas (1990), un thriller con Anthony Perkins a la cabeza del reparto.
En 1993 llegaría uno de los mayores éxitos comerciales de Stuart Gordon, la película de ciencia-ficción La fortaleza (1993), con Christopher Lambert. Este éxito fue lo que permitió la financiación de Castle Freak (1995), su tercera película basada en la obra de H.P. Lovecraft y protagonizada por un Jeffrey Combs que ya se había convertido en referencia obligada del cine de género diez años después de que saltara a la fama como el doctor Herbet West. La historia de un niño deforme abandonado en el sótano de un castillo que acosaba a la pareja protagonista no fue ningún éxito, pero dejó claro cual era la línea que su director pensaba seguir en el futuro.

Y ese futuro efectivamente llegó. Tras flirtear de nuevo con la ciencia-ficción e incluso con el cine infantil, Gordon recibió la invitación de su amigo Brian Yuzna, quien se encontraba probando suerte en Barcelona con su compañía Fantastic Factory, para rodar en España el proyecto que había acariciado durante más de una década: Dagon (2001), cuarta película lovecraftiana de Gordon y uno de sus trabajos más ambiciosos hasta la fecha, siempre fiel al estilo serie-B que le vio nacer. Combs no estuvo presente en esta ocasión, pero aún así Gordon no dejó de hacer un guiño a los espectadores al dotar al personaje protagonista de un look muy parecido al de su actor fetiche.

Tras Lovecraft vino El rey de las hormigas (2003), homenaje personal de Gordon al cine de explotation de los años 70, y una película que todavía (lo confieso) estoy por ver. En la actualidad, Stuart Gordon continúa con su carrera, habiendo ya estrenado su propio segmento de la serie Masters of Horror: Dreams in the Witch-House (2005). También a este año pertenece su último largometraje: Edmond (2005), una bizarra historia sobre el bajo mundo de las calles de Nueva York, con guión de David Mamet y un elenco menos serie-B que antes, pero que por lo menos encuentra espacio para el inevitable cameo de Jeffrey Combs. Y es que algunos fetiches no mueren nunca.

jueves, noviembre 10, 2005

Y por supuesto, ahora Castlevania

Según UHM, el "peligroso" Paul W.S. Anderson, director de la primera película de Resident Evil (2002), está preparando ya su tercer filme basado en un videojuego, y esta vez adapta el que fuera uno de mis favoritos de todos los tiempos: Castlevania.
El estreno de esta película está pautado para el año 2007. Aún no hay noticias de quién interpretará a Drácula ni a los miembros del ya mítico clan de los Belmont, pero sí se sabe que el propio Anderson se encargará de firmar el guión. Cuidado, Paul, porque esta vez sí que puedo entrar en modalidad de cólera divina. Después de todo, aunque hayan pasado ya más de diez años desde la última vez que el caza-vampiros del látigo haya pasado por mis manos, todavía lo recuerdo como si fuera ayer. Incluso puedo tararear el tema musical con absoluta fidelidad.
Ándate con mucho cuidado, porque si la cagas, mejor será que mires por encima de tu hombro todas las noches por el resto de tu vida.

lunes, noviembre 07, 2005

Reseña: Ventana Secreta (2004)

Últimamente las adaptaciones de la obra de Stephen King parecen estar de capa caída. La verdad es que, si nos atenemos a los hechos, no hemos disfrutado de una buena adaptación de su obra de terror en varios años, ya que novelas más “serias” como The Shawshank Redemption o The Green Mile se han visto más beneficiadas en cuanto a tratamiento cinematográfico se refiere. Además, muchos cineastas parecen estar más interesados en versionar las novelas más antiguas de este autor, aún corriendo el riesgo de pisar territorio ya explorado, lo cual es el caso de algunas mini–series y TV–movies que han salido en los últimos años: El resplandor (1997), Carrie (2002) y Salem’s Lot (2004). Por eso resultó una sorpresa para mí el estreno de Ventana secreta (2004), una película escrita y dirigida por David Koepp (un guionista que respeto mucho y que ha dirigido la que es una de mis películas favoritas: The Trigger Effect), basada en la novela corta Secret Window, Secret Garden de King. Lamentablemente, poco se puede destacar de esta película salvo la carismática actuación de sus protagonistas, Johnny Depp y John Turturro.

Johnny Depp interpreta aquí a Mort Rainey, un escritor sumido en una fase depresiva después de su divorcio, dedicándose todo el día a hacer el vago, encerrado en su cabaña privada en medio del bosque mientras se pasea todo el día deambulando del sofá a la cama, metido en su viejo y raído albornoz. Un día, aparece de la nada un siniestro personajillo llamado John Shooter (Turturro vestido de pastor anglicano y con un defecto de habla) que le acusa de haber plagiado uno de sus cuentos en un volumen recogido hace ya varios años. Al principio, Mort le despacha como a un loco, a sabiendas de que él nunca ha plagiado a nadie, pero ante la insistencia y el acoso constante de Shooter, se decide a ofrecer pruebas de su inocencia. La sorpresa viene cuando estas pruebas empiezan a desaparecer poco a poco, igual que aquellas personas que las proporcionan.

Ventana secreta trata uno de los temas más recurrentes de Stephen King: el escritor y sus “fantasmas”, la estrecha conexión que existe en sus libros entre la creación artística y el mundo sobrenatural, el contador de historia que funge de medio entre el mundo físico y aquellas realidades más allá de lo tangible. Si algo se puede destacar de la historia es que la progresiva complicación que sufre la trama va develando poco a poco los indicios de una situación demencial que escapa de toda lógica. En este sentido, la “sorpresa final” no lo es tanto, porque resulta la única explicación posible. Sin embargo, y a pesar de que las actuaciones de sus protagonistas y el efectivo ritmo del guión de Koepp cumplen su cometido a cabalidad, el conjunto de la historia resulta en extremo predecible, sin sorpresas, sin nada que haga la película realmente memorable. Casi me atrevería a decir que Ventana secreta hubiera funcionado mucho mejor si se hubiera comprimido su trama hasta el mínimo, con lo que hubiera resultado un excelente cortometraje o un tremendo episodio de Tales from the Crypt. Como película, sin embargo, se queda bastante floja.

Yo recomendaría esta cinta como un hecho curioso, una oportunidad más de admirarnos con el trabajo de estos dos actores, a quienes se les ve competir fieramente por el protagonismo en cada escena. Independientemente de si se adivina la sorpresa final o no (insisto, la adiviné porque me parece que es la única posible), el conjunto resulta flojo, si bien guarda algunos detalles interesantes en su interior.

sábado, noviembre 05, 2005

Reseña: The Dark (2005)

The Dark (2005) es apenas la segunda película del canadiense John Fawcett, así que me parece tonto el que muchas personas se hayan decepcionado porque esperaban un producto más “serie B”, en la línea de Ginger Snaps (2000). Es demasiado pronto todavía para clasificar a este hombre en cualquier estilo, sea el que sea.

Su nueva película, basada en la novela Sheep, de Simon Maggin (no la conozco, por si acaso se preguntan) es, eso sí, de un estilo muy diferente al de su opera prima. Y lo es desde el primer momento, en el que nos plantea un “escenario” completamente distinto: si Ginger Snaps era un pequeño universo de suburbia en el que se exploraba la relación entre dos personajes, The Dark habla de un mundo descomunal e inabarcable, la conexión de los planos terrenal y espiritual a través de la fina capa que componen las leyendas populares, en este caso las galesas. El mar, en toda su inmensidad, es tratado aquí como lo que era para el hombre celta hace miles de años: el límite, el lugar donde se acaba el mundo, la puerta inmesurable al reino de los muertos. A través de este lei-motiv, la película nos cuenta la historia de una madre cuya hija cae en las profundas aguas, atraída al parecer por los espíritus que allí habitan. Mientras la busca desesperadamente, en la esperanza de que siga viva, encuentra a otra niña de aspecto y comportamiento muy extraño, que resulta ser idéntica a una que desapareció en el mar también… sólo que sesenta años atrás. La madre entonces debe investigar quién (o qué) es esta niña para así conocer el precio que ha de pagar por recuperar a su propia criatura.

A partir de aquí, la película va indagando cada vez más en la historia local, algo típico en estas historias de fantasmas y aparecidos. La resolución de un misterio que afecta a esa pequeña área rural se mezcla con los vericuetos de una antigua leyenda galesa que (cómo no) guarda incluso resonancias medievales y la conexión con una secta de chalados. Son estas elucubraciones de la trama lo más interesante de The Dark, y lo único que (en mi opinión) puede hacer que alguien se sienta tan interesado como para seguir toda la película. Eso sí, no hay que esperar nada más. Como película de terror, la verdad es que deja bastante que desear. Además, algo que no se puede obviar (y que lamentablemente juega en su contra) es el contexto: a pesar de que la novela en la que se basa fue publicada en 1994, existen demasiadas similitudes con otras películas recientes, entre ellas The Ring (2002), como para creer que se trata de una simple coincidencia (no creo que lo sea, por ejemplo, la fotografía borrosa del mundo de los muertos y el hecho de que Maria Bello incluso se parece físicamente a Naomi Watts). Yo no sé ustedes, pero en los últimos tiempos me he ido hartando un poco de la típica trama de fantasmas que incluye niños espeluznantes y secretos del pasado unidos a un reino sobrenatural. Es que ya van muchas, señores, y ésta es otra de ellas. Otra cosa que le resulta desfavorable es el hecho de que se apoya demasiadas veces en el susto fácil, en el típico brinco de silla que te sobresalta pero que inmediatamente después puede llevar a la risa a los sectores con menos privilegios intelectuales de la sala (mi experiencia viendo la película así lo demuestra). Para colmo, la película se hace larga, y tiene un “doble clímax” que no le favorece en nada. Otra cosa: ¿era necesario el típico final sorpresa?

En fin, una historia interesante, aunque un poco insulsa. Las comparaciones con otras películas serán inevitables, pero por lo menos habrá que verla por lo que plantea. Eso sí, para películas de terror, es mejor buscar otra cosa. Ya veremos con qué nos sale Fawcett en la próxima. Por cierto, que entre los productores está el nombre de Paul W.S. Anderson, una de las mentes menos creativas que hay por ahí. Me pregunto cuánto habrá tenido que ver realmente con todo esto.

jueves, noviembre 03, 2005

Reseña: Jeepers Creepers (2001)

Lo bueno de Jeepers Creepers (2001) es, sin duda, ese aire tan marcado que tiene a leyenda rural, a cuento de carretera, esa sensación de perversidad ingenua típica de un cuento de hadas. Lo malo sería, en todo caso, su poca ambición a la hora de desarrollar la historia en una forma tan interesante como el planteamiento. Eso sí, su moderado éxito hasta la fecha, y lo que podría ser definido como una virtud, es que ha logrado instaurar una nueva criatura en el bestiario del cine de horror moderno.

Los primeros quince minutos de Jeepers Creepers son de los mejores que he visto en muchos años: una introducción sugerente, un canto de paranoia en forma de road movie con un mínimo de elementos: dos hermanos que viajan por un solitario camino rural son acosados en el trayecto por un viejo y destartalado camión, conducido por un personaje envuelto en sombras y suciedad. Cuando los dos, en contra de todo sentido común, se atreven a mirar más allá de las advertencias, se encuentran de lleno con la leyenda del “Creeper”, una criatura mitológica de la que desconocemos absolutamente todo: orígenes, intenciones o naturaleza. Tan sólo sabemos que posee una voluntad indoblegable, y que una vez que quiere algo, lo obtiene a como de lugar.

El problema es que después de esos quince minutos iniciales la película abandona todo atisbo de sugerencia para sumergirse de lleno en la literalidad, en lo explícito, y no siempre logra cumplir a cabalidad las expectativas que ha levantado. Cualquier actividad cerebral que pueda registrarse en esta película va a ocurrir durante su primer acto, ya que después de eso se convertirá en un juego del gato y el ratón sin mayores sorpresas y sobresaltos. Incluso los pocos intentos de la película por regresar a su tono inicial se ven truncados, en el momento en que aparece un nuevo personaje con toques “místicos” que ridículamente tratará de dar a los protagonistas (y por ende al público) una explicación de medio pelo a los sucesos de la película, disfrutables precisamente mientras permanecen como un misterio. Para el momento del clímax, en el que el “Creeper” es confrontado en medio del que debería ser el lugar más seguro del mundo (una estación de policía), ya esto no es más que un creature–feature de molde. La película nos ha hecho trampa.

De más está decir que el final es bastante tonto, a lo que debo añadir la sensación que tuve de que la película duraba una hora. Es una lástima cuando te ofrecen tantas expectativas en el principio de una historia y luego te ofrecen más de lo mismo. Al menos, el diseño del “monstruo” es interesante, precisamente porque le otorga a la trama ese saborcillo a espantos de caminos, a relato de la campiña, a pura mitología. Sólo por eso creo que habría que revisar esta singular aunque fallida película.