miércoles, mayo 30, 2007

La muerte es un juego de niños

Aquí tenemos (cortesía de CHUD, aunque haya perdido de momento el enlace) el primer póster de lo que será la nueva apuesta de Filmax para el año que viene: el remake en inglés de la obra maestra de Narciso Ibáñez-Serrador ¿Quién puede matar a un niño? (1976), en mi opinión una de las mejores películas de terror jamás hechas en la historia de este país.
Para aquellos que no la conozcan, la cinta trata de una pareja de turistas anglosajones que, al llegar a una pequeña isla de la costa brava, encuentran que todos los adultos del pequeño pueblo que les acoge han sido masacrados por los niños locales, quienes inexplicablemente se han convertido en implacables y fríos asesinos. La productora de Julio Fernández parece haber calculado la oportunidad bastante bien, ya que este año se edita la película de Chicho por primera vez en los Estados Unidos, remasterizada, sin censura y con el título literal Who Could Kill a Child? en vez del horroroso Island of the Damned con el que se conocía antes.
Y hablando de títulos, el póster que tenemos acá me llama la atención precisamente por ese motivo. Al parecer, los productores han decidido optar por el título In the Playground (literalmente, "En el patio de juegos") en lugar del que hasta ahora habían publicitado, Child's Game. Podría deberse, como bien han dicho muchos, a la intención de evitar posibles confusiones con la primera película de la saga del muñeco Chucky, que lleva un título muy parecido. Sin embargo, y a pesar de que es muy poco probable que este póster no sea legítimo, resulta extraño ver que la película conserva el antiguo título tanto en su ficha de IMDB como de Bloody-Disgusting. Raro.
El otro detalle que me llama la atención de este cartel es que la imagen que muestra de los niños acojonantes saliendo del agua, es clavadita a una de las escenas más recordadas de El carnaval de las almas (1962), en la que los muertos salían lentamente del agua causando un efecto siniestro inusitado para la época.

Por cierto que el maestro George Romero también homenajeó esta archiconocida escena en su último largometraje estrenado hasta la fecha, La tierra de los muertos (2005), cuarta entrega de su peculiar saga de zombis.

Como todos sabemos, El carnaval de las almas fue una de las principales fuentes de inspiración para Romero a la hora de concebir La noche de los muertos vivientes (1968), así que ya podemos ir teniendo una idea de hasta donde ha llegado esta particular imagen.
En cuanto a la nueva versión de ¿Quién puede matar a un niño?, esta estará dirigida por el español David Alcalde, y se encuentra en su etapa de pre-producción. De momento, el único nombre que se baraja en el elenco es el del actor mejicano Diego Luna, por lo que ya parece que de entrada la cinta irá a por una estética más juvenil que la de los cuasicuarentones de la película de Chicho. Cosas de los tiempos que corren, supongo yo.

miércoles, mayo 23, 2007

Drácula Redux en Cannes

Parece ser que, después de todo, el Festival de Cannes sirve para algo más que para las estrellas hollywoodenses se paseen y dejen ver en un ambiente distinto (pero sólo geográficamente) al de la llamada Meca del Cine. Según este artículo de Fangoria, allí se presentó en primicia mundial una edición re-editada de la famosa cinta Drácula (1958) del mítico Terence Fisher, y que al parecer incluye numerosas escenas eliminadas en su momento por su excesiva sanguinolencia o por su desparpajo sexual.
Los responsables de este nuevo montaje son, por lo visto, los jefazos del Instituto Británico de Cinematografía, quienes también se encargaron del trabajo de restauración de un material que ya está por cumplir la friolera de cincuenta años. La ocasión no puede ser más propicia, ya que no sólo se avecinan dos versiones nuevas de la novela de Bram Stoker (incluyendo, claro está, la "secuela oficial") sino que además ya se habla de la resurrección de Hammer Films.
Fangoria todavía no aclara cuando veremos este nuevo montaje en formato casero, aunque de entrada estoy un poco escéptico. No solamente por el hecho innegable de lo que significa manosear un clásico, sino porque precisamente lo que estas películas no necesitan es metraje adicional.

miércoles, mayo 16, 2007

Reseña: Las colinas tienen ojos 2 (2007)

Wes Craven, el hombre que tuvo la oportunidad de hacer la misma película dos veces, se encarga junto a su hijo de escribir el guión para la secuela de Las colinas tienen ojos (2006), el exitoso remake que dirigiera Alexandre Aja de uno de sus clásicos setenteros. En circunstancias normales, la mano del tío Wes sería una razón para confiar en la calidad de una película, y si digo "en circunstancias normales" es porque todos sabemos muy bien que el Wes Craven de hoy está a años luz del de hace treinta años. El hombre que tenemos hoy en día es alguien que está en franca decadencia y que ha dado al traste con nuestras esperanzas en más de una ocasión, ya sea como director, productor o guionista. Dicho esto hay que ir al grano: Las colinas tienen ojos 2 (2007) no solamente tira por la borda todas las virtudes de la cinta de Aja, sino que además es firme candidata a lo más anodino e infumable que hemos tenido que tragar en lo que va de año.

Y lo peor de todo es que Wes lo tenía fácil, ya que por mucho que lo intentara, esta versión de Las colinas tienen ojos 2 (que en una incomprensible jugada de marketing ha sido bautizada en España como El retorno de los malditos cuando lo más fácil hubiese sido colocar un "2" al título que ya tenían) no podía ser peor que la él mismo dirigiera en 1985, secuela famosa no sólo por ser uno de los bodrios más sólidos de los ochenta, sino también por ser la única cinta de la historia (hasta donde sé) en la que un perro tiene un flashback (!). Aquí no hay nada de eso, ya que el objetivo desde el principio es emular el estilo intenso y desaforado de Aja y llevarlo al próximo nivel. El encargado de la dirección es el alemán Martin Weisz (mejor director de Sitges por la película Grimm Love (2006), la cual no he visto), que remeda el estilo visual de la cinta antecesora buscando además una atmósfera claustrofóbica muy en la línea de The Descent (2005). Por desgracia, los resultados no pueden ser más desastrosos.

En vez de una familia de transeúntes desprevenidos, los protagonistas de esta película son un grupo de reclutas novatos de la Guardia Nacional encargados de proporcionar suministros a un grupo de científicos afincados en las colinas de Nuevo Méjico. Lo que encuentran, en cambio, es a los científicos masacrados y a ellos mismos presa de otra familia de mutantes caníbales, a la que deberán enfrentarse si desean sobrevivir. De entrada, este es ya el primer error: al hacer de los protagonistas un grupo de soldados con armas y entrenamiento para matar, la secuela despoja a la historia de su componente humano, alejando cualquier empatía que pueda sentir el espectador hacia los personajes. Si a eso sumamos que los mutantes son representados como auténticos gigantes a los que falta poco para tener superpoderes, encontramos que aquel interesante enfrentamiento primitivo de la primera parte queda aquí reducido a una típica monster movie, sólo que mal hecha. El cara a cara entre las bestias y los soldados va pasando por todos y cada uno de los clichés de este tipo de películas, a lo largo de una dirección desganada y una trama que se mueve casi por incercia. Para colmo, los soldados son tan francamente estúpidos que a los quince minutos no sólo no sentimos piedad por ellos, sino que les deseamos abiertamente la peor de las suertes. No exagero cuando digo que estos soldaditos de pacotilla representan un mayor peligro para sí mismos que para los salvajes caníbales que se ocultan en las cavernas.

Como buena representante de su tiempo, la película tampoco escatima en la casquería y en las situaciones escabrosas. Tan sólo la primera escena es bastante difícil de soportar (cosa que, no lo niego, pinta bien al principio), aunque tras ver la totalidad de la cinta uno no puede menos que admitir que se trata de una terapia de choque bastante evidente que intenta tapar las innumerables carencias de la película apelando al impacto fácil. También hay aquí una cruenta escena de violación, por supuesto mucho más explícita que la de la primera parte y con un mayor énfasis en el placer de la bestia atacante, a la que incluso le cuelga el muy calculado hilo de baba de la boca.

La duda que me queda es si realmente (tal como he leído en algunos sitios) la película intenta colarnos un mensaje antibelicista acerca de la invasión en terreno hostil a manos de las siempre listas tropas americanas, lectura que no sólo he escuchado acerca de esta cinta sino también acerca de otro próximo estreno, 28 semanas después (2007). De ser así, me parece un mensaje bastante pobre, y la explotación de las muertes de los soldados a través del pueril método de mostrarlos como una banda de palurdos que merecen cuanta fatalidad caiga sobre ellos me parece no sólo inefectivo, sino también un tanto miserable. Las colinas tienen ojos 2 es, en este sentido y en cualquier otro, una película absurdamente olvidable, mediocre y prescindible de la que se puede pasar sin ningún cargo de conciencia. Me parece a mí que Wes Craven tardará mucho tiempo en volver a levantar cabeza.

domingo, mayo 13, 2007

Reseña: Right to Die (2007)

Después de la notoriedad que alcanzara Homecoming (2005), de Joe Dante, se ha desatado una moda de ansias de polémica en gran parte del género del terror. Siguiendo este orden de ideas, la segunda temporada de Masters of Horror ha decidido al parecer capitalizar este anhelo a más no poder: la mayor parte de los episodios de esta segunda tanda esconden algún tipo de "mensaje" político o social a veces disimulado y a veces descarado, en una ocasiones acertado y en otras bastante cutre. Desde la fábula sobre la maldición del petróleo en The Damned Thing (2006), pasando por el retrato de Dick Cheney en el salón del asesino de Family (2006) hasta los patriarcales psicópatas de The Screwfly Solution (2006) y los chauvinistas caníbales de The Washingtonians (2007), parece que la política está a la orden del día en la serie de Mick Garris. Sin embargo, es Right to Die (2007) el que presenta la analogía más evidente en su marcado afán de polémica.

Dirigido por Rob Schmidt, realizador con poca experiencia de quien sólo conocemos el survival horror Wrong Turn (2003), este episodio toma prácticamente toda su inspiración de un hecho real: el circo mediático que se formó en Estados Unidos alrededor de la muerte de Terri Schiavo, la paciente comatosa que desató por enésima vez el debate sobre la eutanasia hace dos años. Esta experiencia está camuflada bajo la historia de una pareja, Cliff y Abbey Addison, que tras una fuerte pelea matrimonial sufren un terrible accidente de carretera. Cliff ha salido ileso, pero Abbey ha quedado al borde de la muerte y con horribles quemaduras en la totalidad de su cuerpo. Convertida en un amasijo inconsciente de carne viva, Abbey entra y sale de sus signos vitales sin parar, por lo que su esposo considera la posibilidad de "dejarla morir con dignidad". Sin embargo, Cliff tiene un problema mucho mayor que las hordas de detractores de la eutanasia que montan guardia en la clínica: cada vez que Abbey cae en un estado de inconsciencia, su espíritu regresa bajo la forma de un fantasma sediento de venganza.

Lo más increíble es que, a pesar de todo, funciona. Y es que a pesar de todo lo que he escrito arriba, Rob Schimdt acierta al mantener el centro de la historia un poco alejado de la polémica acerca de la eutanasia y con mayor énfasis en la venganza sobrenatural. Parte de los motivos por los cuales la trama se hace atractiva (al menos en sus inicios) es porque se siente como algo perfectamente plausible: Cliff es un hombre ordinario que comete un error y ahora no sabe como repararlo. La culpa que le atormenta constantemente lleva a situaciones realmente escabrosas en las que las visiones y ataques de su vengativa consorte le llevan a creer que ha perdido la razón. La figura de Abbey es, asimismo, lo suficientemente aterradora como para pensar que Schimdt podría brindarnos cosas interesantes en el fututo (irónico que directores en un principio poco prometedores como el que hoy nos ocupa y William Malone terminen mostrando garra mientras que grandes veteranos como John Carpenter o Dario Argento nos han fallado esta temporada).

Cerca de su final, Right to Die toma un giro argumental que no pienso develar aquí pero que me parece bastante desafortunado, ya que cambia gran parte de nuestra apreciación por los personajes. El episodio realmente no necesitaba este giro, pero a pesar de sus defectos, Rob Schmidt ha conseguido brindarnos un episodio compacto, efectivo y con sus correspondientes dosis de mal rollo y humor negro (atención a último cuadro, que sólo puedo calificar como macabramente descojonante). Una nota superior a la media es lo mínimo que, en mi opinión, se merece un director que, a primera vista, no merecería el calificativo de un "maestro del horror".



[Nota: no puedo dejar de comentar que después de cierta escena de bañera, las búsquedas en Google de fotos de la actriz principal (Julia Anderson) se han multiplicado por diez. Me pregunto por qué será...]

martes, mayo 08, 2007

Reseña: Los abandonados (2007)

Como ya lleva un par de semanas en cartelera, quizás no tenga sentido decir a estas alturas lo mucho que me decepcionó Los abandonados (2007), la última apuesta fuerte de Filmax en ese nebuloso sub-género de las películas de terror rodadas con capital y talento español pero en idioma inglés (para apuntar sin duda a una distribución internacional). La película venía además recomendada por partida doble: no sólo se trata de la ópera prima de un prometedor cortometrajista como Nacho Cerdá (a quien no conozco pero cuya obra me han recomendado mucho), sino que además había terminado como la favorita del público en el After Dark Horrorfest 2006, celebrado el pasado mes de noviembre. Mi conclusión es que se trata de una película en la que su realizador muestra bastante oficio para tratarse de un primer largo, pero que finalmente se viene abajo por su falta de sustancia y su caótica premisa, así como unos errores imperdonables para una película de este género. En todo caso, lo mejor será ir por partes.

La historia trata de una mujer americana de origen ruso llamada Mila, que tras cuarenta años viviendo en Estados Unidos decide volver a su Rusia natal (cómo llegó hasta América no lo sabemos) para finalmente recobrar la granja que ha heredado de su madre, asesinada poco después de su nacimiento y de la cual no sabe nada. Para Mila, viajar hasta la granja significa mucho más que recuperar una propiedad ya carente de valor; se trata de reencontrarse con sus raíces y averiguar quien fue esa mujer que murió protegiéndola. Una vez llegada a esta ruinosa granja perdida en medio de las estepas rusas (alerta de gazapos: cualquiera con conocimientos sobre las principales urbes europeas reconocerá enseguida que la supuesta ciudad rusa que se muestra en la película es Sofía, la capital de Bulgaria) se encuentra con un soldado llamado Nicolai, quien resulta ser su hermano gemelo (!), separado de ella al nacer y atraido "misteriosamente" a aquella propiedad por los mismos motivos.

La aparición de unos seres sobrenaturales que habitan la granja ocurre justo a tiempo para evitar que el espectador se pregunte como una mujer sola que no habla ni pizca de ruso accede a viajar con un desconocido hasta un bosque apartado de la civilización. Es a partir de entonces cuando Mila y Nicolai (casi los únicos personajes que aparecen en aproximadamente una hora) van averiguando poco a poco los secretos que se esconden en aquella granja y el terrible evento que acabó con su familia y terminó separándoles por cuarenta años. Todo esto mientras que la presencia fantasmal de la casa intenta constantemente destruirles, atrapándoles sin remedio en un círculo entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

No hay muchas maneras de explicar la trama de Los abandonados porque realmente no hay una. La mayor parte de la película se va en la recreación continua de una atmósfera que finalmente se hace repetitiva y monótona (no exagero cuando digo que al menos la mitad del metraje se va en largas e interminables secuencias en las que Mila recorre pasillos y habitaciones oscuras con una linterna en la mano). Aparte de perderse en la ambientación (la única carta que en realidad tiene), Cerdá parece dejar que la película se le vaya de las manos con el personaje de Nicolai, cuya actitud a lo largo de todo el metraje resulta inexplicable. Constamente está explicando cosas que, o bien estamos viendo con nuestros propios ojos (haciendo redundante cualquier explicación), o bien él mismo no tiene forma de saber. En estas reiteraciones continuas se va desarrollando toda la película dando manotazos de ciego, hasta que llegados los últimos minutos (predecibles y sobresaturados de sustos fáciles y gastados recursos de cámara temblorosa) ya no nos importa absolutamente nada de lo que ocurra. La película se va en un constante "quiero y no puedo" poco menos que criminal. Cerdá en ningún momento nos ofrece nada con qué jugar, sino que va dosificando su juego esperando que el mal rollo creado por esa casa ruinosa sea suficiente para nosotros (no lo es).

Salí de la sala con ganas de valorar mejor esta película, ya que contiene una ambientación bastante buena que hubiese dado mucho juego a una historia con más sustancia, pero al final no puedo. No solamente no ocurre nada, sino que cuando finalmente algo sucede, se trata de un resultado absurdo, inverosímil y lleno de lagunas argumentales y lógicas capaces de hacerme perder la paciencia. Filmax ha creado en anteriores ocasiones productos muy superiores a este esfuerzo bien hecho (sin duda) pero vacío y fácilmente olvidable. Para la próxima vez será.

martes, mayo 01, 2007

Polémicas innecesarias: 10 remakes de terror que me gustan MÁS que el original

10. Toolbox Murders (2003): al versionar uno de esos oscuros semi-clásicos de los 70, Tobe Hooper logró exorcisar sus demonios estéticos y brindarnos un atmósfera cargante que no había logrado repetir desde los tiempos en que por primera vez liberara a Leatherface y compañía. La original de 1978, a pesar de gozar de cierta fama, no pasa de ser un video-nasty poco ambicioso, mientras que la versión de Hooper combina los desparpajos gore con un homenaje no tan solapado a los terrores de apartamentos de Roman Polanski. Dista mucho de ser una película perfecta, pero al menos posee más alma propia que su predecesora, y esto en un remake no es algo tan común.
9. Cuando llama un extraño (2003): la versión original de esta película, que data del año 1979, comienza muy bien explotando el filón de las niñeras-acosadas-por-el-psicópata-de-turno hasta que se hunde en una segunda mitad carente por completo de interés. La versión pop, en cambio, condensa los mejores elementos de la original y explota a la perfección nuestra paranoia burguesa a los intrusos. Su principal defecto, en todo caso, reside en una horrorosa campaña publicitaria que destripaba sus mejores sorpresas y reducía bastante el disfrute. Aún así, es una muestra de cómo se puede mejorar un material aun pecando de falta de originalidad.
8. La pequeña tienda de los horrores (1986): que me perdone el gran dios Roger Corman, pero su película de 1960 acerca de una planta gigante del espacio exterior se ve ampliamente superada por esta joya ochentera de las comedias de terror, protagonizada por un Rick Moranis en estado de gracia y dirigida por un Frank Oz que se mueve como pez en el agua entre las perversas y divertidas criaturas desatadas en una delirante pesadilla sub-urbana. ¿Cómo olvidar a ese genial Steve Martin en su papel de dentista sádico (valga la redundancia)? Recomendada para todos aquellos que hayan disfrutado con The Rocky Horror Picture Show, esta comedia de terror no tiene desperdicio. Si bien la original es también un clásico por méritos propios, no resulta tan deliciosamente operática como esta. Roger Corman, sin embargo, puede quedarse con el privilegio de contar en su elenco con un entonces desconocido Jack Nicholson.
7. Willard (2003): Ya no se hacen películas como esta, pero Glen Morgan supo tomar una bizarrada de 1971 y actualizarla para convertirla en una de las películas de terror más injustamente infravaloradas de los últimos años. Sin embargo, y a pesar de contar con numerosos aciertos, el mayor aliciente de esta nueva versión tiene por fuerza que ser el über-freak Crispin Glover como Willard, el gris hijo de mamá que descubre su lado megalómano al hacerse líder de un ejército de ratas, entre las cuales descubre los dos lados de su atormentada alma.
6. The Blob (1988): La versión original de esta película, estrenada en 1958, sobrevive hoy en la memoria colectiva principalmente como pieza camp y por haber dado a Steve McQueen su primer papel protagonista. Sin embargo, su remake ochentero es una de las joyas de videoculb más cañeras de su época y una monster movie en toda regla, una que conocerán todos aquellos afortunados que, como yo, hayan crecido en los ochenta (en mi opinión la auténtica edad de oro del cine de terror). Y es que no hay quien compita con escenas de cuerpos disolviéndose en medio de una gigantesca gelatina rosa con vida propia.

5. La invasión de los ultra-cuerpos (1978): a diferencia de las demás películas, existen tres versiones diferentes de los ultracuerpos (con una cuarta a estrenarse muy probablemente este año). Si bien la original de 1956 es considerada como una de las piezas más importantes del cine paranoico de la Guerra Fría, es la versión del 78 (dirigida por el siempre interesante Philip Kauffman) la más contundente y apocalíptica. Kauffman crea con sus alienígneas desalmados uno de los climas más opresores del cine de terror de los setenta, convirtiendo la suya en una metáfora bastante lograda de deshumanización y persecuciones despiadadas. Asimismo, logró solventar el mayor problema de la cinta original al mostrarnos un final demoledor, en el que Donald Sutherland desbarataba con un solo gesto las esperanzas de toda la Humanidad. Genial.

4. The Ring (2002): probablemente la pieza más polémica de toda la lista, ya que siempre he defendido (y defenderé) la opinión de que Gore Verbinski reinterpretó a su antojo la que probablemente es la más famosa de las películas del japo-terror. La original de Hideo Nakata, sin embargo, no me parece tan grandiosa como siempre se ha sostenido. Para mí, el director nipón alcanzó su cima creativa con Dark Water (su mejor película, en mi opinión), mientras que Verbinski no sólo alcanzó a hacer una tremenda versión, sino también una de las mejores películas de miedo en lo que llevamos de década. Imagino que muchos estarán en desacuerdo con esta afirmación, pero es algo que sostengo ad infinitum.

3. Las colinas tienen ojos (2006): seguir hablando de esta película sería redudante, ya que todos sabemos muy bien como Alexandre Aja subió el volumen al original de Wes Craven, resaltando un mensaje que se había quedado a media turbina cuando fuera recreado por primera vez en 1977. Rechazada por algunos debido a su exasperado salvajismo, pienso que lo más interesante de esta versión no es la violencia en sí misma, sino lo que esta quiere decir en su particular exageración.

2. La mosca (1986): al igual que hiciera Chuck Russell con The Blob, David Cronenberg resucitó una película famosa principalmente por su parodiable estética pop y convertirla no sólo en una asquerosidad cinematográfica, sino también en un contundente comentario acerca de la condición humana. Unos efectos especiales superiores y un tono oscuro y depravado ayudan a crear uno de los mayores clásicos de este director, y una de las mezclas mejor logradas entre el terror y la ciencia-ficción.

1. La cosa (1982): sin duda alguna el mejor argumento a favor de los remakes, La cosa es no sólo una versiòn superior al original de 1951, sino también la que muchos consideran la mejor película de John Carpenter. Su superioridad viene dada no sólo por sus grandiosos efectos especiales (cortesía de Rob Bottin), sino también por una historia que se afinca mucho más en la paranoia del relato original en el que se basan ambas películas. Carpenter creó una joya que hasta la fecha no ha sido capaz de superar, y que todavía es pieza obligada de culto (como bien prueban los estusiantas comentarios que despierta cada vez que se habla de ella).

Y bien, eso es todo. Pueden dejar sus displicencias (o no), en la sección de comentarios, donde además les invito a que mencionen algunos remakes de terror notables que yo haya podido pasar por alto.