sábado, octubre 19, 2013

Reseña: El último exorcismo 2 (2013)

Aquellos que sigan este blog desde hace un tiempo sabrán lo mucho que terminamos recomendando El último exorcismo (2010), una película que no sólo resistió las inevitables comparaciones con El exorcista (1973) sino que también resultó ser uno de los pocos ejemplos de cine de metraje-hallado/falso-documental de los últimos años que encuentro destacable. Era raro que hasta ahora nadie se hubiese decidido a sacar una secuela. Pero ahora, en estos tiempos de desesperación en los que hay que rentabilizar cualquier cosa que tenga el menor grado de reconocimiento por parte del público, nos llega El último exorcismo 2 (2013), una continuación que (previsiblemente) está realizada por otro director, escrita por otro guionista, y que no guarda casi ninguna similitud con la primera parte.

Aparte del hecho de que en mi opinión debería haber una ley en contra de poner un número de secuela a un título que tenga la palabra "último/a", hay una cosa que quisiera destacar de esta segunda entrega y que muy probablemente ya todos sepan a estas alturas: El último exorcismo 2 abandona el formato de metraje hallado de la original y opta por la perspectiva tradicional en tercera persona, contando esta vez la historia de la misma chica poseída de la película anterior, que parece haber sobrevivido y escapado del culto satánico de la primera entrega para luego ir a parar a una casa de rehabilitación donde intenta superar su traumática experiencia antes de ser acosada de nuevo por aquella fuerza demoníaca que se había apoderado de ella.

Esto es básicamente todo lo que se puede contar del argumento, uno que está calcado no sólo de conocidas películas de jóvenes indefensas ante malignas presencias sino incluso de conocidos recientes ejemplos de terror sobrenatural ambientados en la familiaridad de un contexto urbano. En este sentido, la película no presenta ninguna sorpresa, rindiéndose a todos los clichés del denominado "cine de exorcismos", con la única diferencia, quizás, de ofrecer en esta ocasión la poco habitual perspectiva de la propia víctima que se debate entre la desconfianza de aquellos que la rodean y el acoso de un demonio que paradójicamente la considera alguien especial.

Por desgracia, el resultado no sólo es bastante conocido sino también tremendamente aburrido, con un empleo de lo sobrenatural muy parco y una sobriedad exagerada para una película que necesitaba precisamente un mayor grado de efectismo. Además, el intento de hacer de la protagonista Ashley Bell una jovencita vulnerable tipo Carrie falla debido a que no da el tipo físico necesario para ello. Aparte de eso, la obsesión de la película por demostrar (nuevamente) las contorsiones de las que es capaz la chica terminan siendo un tanto risibles y hacen caer la película en los terrenos de la parodia involuntaria. En verdad se me hizo difícil llegar hasta el final con El último exorcismo 2, lo que espero no termine haciendo sombra sobre la primera entrega, que junto con El exorcismo de Emily Rose (2005) se cuenta entre las poquísimas historias recomendables de posesiones diabólicas de este lado de William Friedkin. Esta de hoy, en cambio, se me hace imposible de recomendar.

1 comentario:

  1. totalmente de acuerdo, aunque de antemano no esperaba mucho de esta secuela y en efecto no me equivoqué, malísima. El tema de exorcismos está muy desgastado y El Eorcismo de Emily Rose al igual que a tí también me parece una de las excepciones, muy bien realizada a pesar de girar en torno al litigio contra el padre la película te pega buenos sustos.

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